Pequeñas historias, trocitos de mí.
Retratos sin serie, ideas que piden más fotos, que tardan en llegar por las circunstancias y se quedan en un cajón.
Retratos que son obra en sí,
alejadas de las demás, inclasificables, inconexas. Pero que quiero enseñar.

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Mi padre se afeitó a los 57 años, llevaba desde los veinte sin hacerlo. Quisimos estar con él para ser parte del proceso y que no fuera traumático, ni él mismo se reconocía en el espejo!

Espejos donde te miras, personas en las que te ves reflejado, heridas que son las tuyas. Heridas que se abren. Heridas que creías cicatrizadas y vuelven a sangrar. Pasados que no terminan de desaparecer.

Yogures de chocolate en el cajón de la nevera. "Y en nosotros nuestros muertos pa que naide quede atrás".

Mi amiga, la pintora, Isabel Ramoneda a punto de hacer un cambio.

Y esperanza...