Ríos viscosos que arrasan todo a su paso, no dejando señales de vida.
Espacios imposibles de habitar.
Tierras que tardan en poder ser fértiles de nuevo.


Rupturas que colocan el marcador a cero… una vez más.
Morir un poco.
Volver a empezar. Y en cada nuevo inicio redescubrir quién eras antes de ser dos y ver cómo has crecido.
Dejar de ser "nosotros" para volver a ser "yo".
Evolucionar.

 

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Nota: En 1859 Charles Darwin publicó “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida”. Libro que luego sería rebautizado como “El origen de las especies”.
En él Darwin plantea su teoría de la evolución, explicando de forma simple que las especies cambiaban como resultado de una necesidad nueva; que la lucha por la supervivencia eliminaba las variaciones desfavorables y sobrevivían las más aptas, las cuales, al reproducirse se propagaban en el tiempo, perdurando.

Uno de los lugares que, por su aislamiento, más influenció a Darwin fueron las islas Galápagos. Allí realicé las fotografías que forman este ensayo, el 9 de mayo de 2017, en Bahía Sullivan, Isla de Santiago. La última erupción en esa zona es de 1903.

Nada crece sobre la lava… pero el tiempo y los movimientos rompen la superficie, y en sus grietas se va acumulando el polvo y empieza a desarrollarse suelo. El viento, o algún pájaro, trae una semilla y allí donde nada crecía… brota la vida.